Ethel Barylka es la escritora del libro “Judaísmo en Femenino” (publicado por Nagrela Editores con el apoyo de la Fundación Metta Saade). Puedes comprarlo AQUÍ
Hoy les presentamos una muy interesante entrevista realizada por nuestros amigos de Enlace Judío a la autora del libro, Ethel Barylka
¿Cómo es que escribes este libro desde la ortodoxia?
Ethel Barylka: Yo no puedo escribir de otra manera que no sea la manera en que soy. Provengo del ámbito de la ortodoxia. En general me gusta hablar más del judaísmo normativo. La palabra “ortodoxia” es un poco tramposa, porque es muy amplia. Hay muchos sectores, muchos grupos, y cuando uno dice ortodoxia ¿A qué se está uno refiriendo? Yo prefiero hablar del judaísmo normativo, aquél que intenta vivir conforme a la norma judía, conforme a la Halajá, conforme a las Mitzvot. Esa es la manera en la que yo intento vivir y el gran desafío justamente, es cómo poder pensar un feminismo a partir de la ortodoxia.
Esto es un fenómeno que existe también en Israel y en EE.UU. No lo inventé yo. Hay un sector de mujeres observantes que al mismo tiempo buscamos y creemos que hay una posibilidad de una mayor inclusión de la mujer en el ámbito de lo judío, a partir del cuidado de la propia normatividad judía, de la Halajá, de las tradiciones. Eso creo que es lo importante del libro.
Esa es la búsqueda de cómo podemos, sin romper con nuestra normatividad judía, pensar en incluirnos más.
RABINAS ORTODOXAS
EJ: ¿Qué opinas acerca de las mujeres rabinas?
EB: El tema de por qué no hubo históricamente rabinas en el ámbito de la ortodoxia, es un tema complejo, y tiene que ver básicamente con un concepto que está vinculado a los cargos públicos, a ¿Cuáles son los cargos públicos que la mujer puede ejercer?
Históricamente la mujer no ha ejercido esos cargos por una serie de limitaciones que parten de la Halajá.
Pero en los últimos 50 años ha habido un recorrido importante. En primer lugar en el conocimiento. Para poder pensar en una rabina, primero tenemos que pensar en una mujer que conoce y sabe, que aprendió y estudió. El primer desafío es incorporar a la mujer al estudio serio y profundo de la Torá, del Talmud, de la Guemará, de la Mishná, de los exégetas en general y de la Halajá. Eso es algo a lo que históricamente la mujer no tenía acceso, y que hoy tiene las puertas del conocimiento abiertas.
No en todos lados, pero sí hay un fenómeno importante de apertura hacia el estudio de la mujer en muchas comunidades e Israel. Esta incorporación al estudio hace que se puedan generar también espacios de acción. Una vez que una sabe, una quiere hacer algo con ese conocimiento.
A partir de ahí se generan toda una serie de movimientos inclusivos de la mujer. Hace poco hubo un nombramiento de rabinas ortodoxas en Jerusalén. No soy yo la que tengo que opinar, es un hecho. El Rabinato oficial de Israel por supuesto que no acepta todavía esta figura. Tampoco sabemos qué es lo que va a pasar con esta figura.
Pero déjame explicar cómo es que hay rabinos ortodoxos que dan nombramientos. Hay algunos rabinos en Israel, los más importantes, son el rabino Riskin de la ciudad de Efrat, y el rabino Schperberg, son los más vinculados con este tema. Tienen sus propias instituciones porque son rabinos que tienen un gran recorrido, tienen más de 75 años los dos.
Históricamente la limitación más importante del nombramiento de una rabina, tiene que ver con ejercer una función de poder sobre el Kahal. El antecedente histórico sobre el cual los rabinos otorgan autorización, es el de la jueza Debora. El pueblo de Israel iba hacia ella para ser juzgado. De esta figura, de que el pueblo voluntariamente iba a ella, aprenden estos rabinos que se puede empoderar a una mujer de esa autoridad.
Esto surge en un contexto determinado, no en el Rabinato oficial. Sino en determinadas instancias rabínicas que tienen un público que está dispuesto a aceptar esta autoridad sobre sí.
El segundo fenómeno importante es decir ¿Qué es un rabino en la ortodoxia? A veces se piensa que el rabino es el que lleva el rezo o que lee la Torá. Eso lo puede hacer cualquier hombre mayor de 13 años. Su función fundamental tiene que ver con la enseñanza de la Torá y de la ley, y de lo que llamamos la Psiká, poder dar determinaciones halájicas.
Los rabinos que dan autorización a mujeres sostienen que como la función no es de púlpito ni sacerdotal, sino de enseñanza y determinación normativa. Aquella mujer que tiene el conocimiento y ha hecho los estudios, no tiene impedimento para que pueda hacerlo. Estos serían los 2 fundamentos por los cuales estos rabinos otorgan autorización.
La mujer rabina, ortodoxa, no hace las funciones de llevar el rezo y leer la Torá, sin embargo, sí puede hablar, pero en algunas sinagogas ortodoxas la mujer habla también independientemente de si es rabina o no. Hay sinagogas ortodoxas, donde la mujer puede decir una Perashá. Eso es un modelo que existe en determinados lugares. No se trata de que cuando hay un nombramiento se impone a una rabina a una comunidad que no la quiere. Son solamente las comunidades que tienen esta línea, las que acuerdan, tener esta clase de figuras.
EJ: Se dice que la voz de la mujer es peligrosa, porque puede seducir con ella…
EB: El tema que tiene que ver con la voz de la mujer, con el recato de la mujer, con la vestimenta de la mujer, etc., en ciertos contextos ha sido un poco manipulado o exagerado. Es verdad que hay una norma por la cual la mujer no debe de escuchar la voz de la mujer cuando canta. La norma tiene que ver con el canto, no con hablar, porque sino un marido no podría ni siquiera hablar con nosotras. Y no podríamos tener nunca una maestra.
Todas estas normas que tienen su base en la Torá y en la Halajá, pueden ser interpretadas de diferentes maneras. Por eso dije que la ortodoxia era algo muy amplio, porque también hay interpretaciones diferentes. El tema de la voz de la mujer en general tiene que ver con la voz de una mujer. El canto de un coro no presenta inconvenientes halájicos.
No nos preocupemos tanto por lo técnico, sino por el espíritu. Hay una diferencia fundamental entre una norma, por ejemplo, de que la voz de la mujer tiene un elemento de seducción, y algo sobre si la mujer puede usar tefilín. Las fuentes de estas cosas son completamente diferentes.
MUJERES Y TEFILÍN
Cuando antes hablé de manipulación me refería un poco a eso. De todo hacemos una ensalada, y metemos todo en la bolsa del recato, o sobre lo que la mujer tiene prohibido. No es así. El tema de los tefilin o de los tzitzit tiene que ver con otra cosa. Las mujeres, de acuerdo a la normatividad judía, estamos exentas de una serie de Mitzvot, muy pocas. Estas son las Mitzvot que dependen del tiempo, donde caen los tefilín o el tzitzit, porque se realizan en un punto determinado del día.
La pregunta, que no es del siglo XXI sino que aparece mucho siglos atrás, es, ¿Si una mujer decidiera ponerse tefilín qué pasa? Está haciendo un acto que no tiene como precepto. No hace algo que tiene prohibido. Los jajamim (sabios) se preguntaron si la mujer debe bendecir o no cuando haga esto.
EJ: Es decir que la discusión es acerca de la brajá.
EB: Quiere decir que hay reconocimiento de que el hecho puede acontecer. No quiere decir que haya millones de mujeres que se pongan tefilin. Yo conozco una. También hay otra pregunta, ¿Por qué asumir obligaciones que no me fueron encomendadas?
La respuesta tiene que ver con que hay algunas mujeres, muy pocas, que cumplan las Mitzvot, y que quieran sumar algo más en su vínculo con Dios. La aclaración de que cumplen las Mitzvot es muy importante. No se trata de decir, “No cuido Shabat, no cuido kasher, pero me gusta ponerme unas tefilín“. No estamos hablando de eso.
Estamos hablando de mujeres observantes que tratan de cumplir con toda la normatividad. Y digo “tratan”, porque todos tratamos, no hay personas que puedan decir que son Tzadikim completos y que cuidan absolutamente todo. Todos en algún lugar cometemos alguna transgresión.
En ese sentido, la discusión histórica nos muestra que ya este fenómeno existía. Sabemos que las hijas de Rashi, el gran exégeta de la Torá, se ponían tefilín. No es una novedad del siglo XXI.
Lo importante para mí de este tema, no es si una mujer se va a poner tefilín o no, sino entender el mecanismo. Entender que aquellos de lo cual estoy exenta no quiere decir que lo tenga prohibido.
EJ: Consideras que sí se puede, que no está prohibido…
EB: No está prohibido. No es lo que yo considere, sino lo que la propia Halajá establece. La discusión es de la mujer si la mujer se pone el tefilín y hace una brajá. En algunos lugares del Talmud tenemos la figura de, “Si los sabios protestaron”. Está por ejemplo el caso de Mijal, que se colocaba tefilin, dice el Talmud, y si los sabios la regañaron o no por eso. Hay quienes dicen que sí la regañaron, y otros que dicen que no. Pero lo importante es que no es una cosa que en el siglo XXI aparece. Es importante diferenciar esto.
REVOLUCIONARIA Y REBELDE
EJ: ¿Te han acusado de rebelde, de renegada, te han dicho algo así?
EB: En relación al libro, no he recibido críticas en el sentido que tú dices. Sí hay una sensación de que hay algo nuevo, revolucionario, pero en el buen sentido. Y si alguna vez fui acusada de rebelde, no fue por el libro.
EJ: ¿Y por qué fue?
EB: Porque uno también intenta vivir de la manera en que escribe y eso a veces implica tener que enfrentarse a ciertas normas establecidas socialmente.
EJ: ¿Como cuál?
EB: A veces tenemos que tener la capacidad de poder contestar. Estamos muy acostumbradas a que la voz de la mujer no se escuche. Y hay ciertas situaciones en las que la mujer debe poder elevar su voz. No puede ser que la mujer no se manifieste en ciertas circunstancias.
Hubo hace poco en Israel un rabino que planteó que cuando una mujer abre el horno de la casa es como si estuviera abriendo el hejal, el santuario. Yo creo que una puede quedarse callada. En general, trato de escribir, trato de manifestarme cuando escucho cosas así, porque creo que nos hacen mucho daño no sólo a las mujeres, sino a todos como pueblo.
Colocar que la espiritualidad de la mujer, el hejal que es el santuario, el lugar donde está la Torá, comparado con un horno, me parece realmente un sinsentido. Una cosa es decir que creo que el rol de la mujer tiene que ver con el hogar y la crianza de los hijos, y otra cosa es decir que el santuario es el horno.
EJ: Comentaste que Dios es un desafío. ¿Cómo romper los tabúes y supersticiones y enfrentar este desafío?
EB: Dios es un desafío. Cuando yo planteó eso en el libro tiene que ver con un artículo sobre el discurso acerca de Dios, donde analizo que históricamente ha sido uno masculino. Todos pensamos a Dios en masculino, incluidas las mujeres. “El Dios de los Ejércitos”, “El Dios Todopoderoso”, las imágenes o metáforas que tenemos sobre Dios en general son masculinas. Es un Dios que nos exige. Que nos regla, que nos manda.
Y lo que trato yo de hacer es recuperar algunas imágenes que ya aparecen en la Torá, en las cuales Dios tiene también otras características. Tomo un pasaje en el cual Moshé le reclama a Dios y le dice, “¿Acaso yo he parido a este pueblo? Lo has parido tú“. Es decir, usa la imagen del parto, una netamente femenina. Los hombres por ahora no dan a luz. Esta imagen del nacimiento y de dar a luz, me llevó un poco a seguir indagando esta visión y por eso planteo que Dios es también un desafío. No es sólo norma, mandato, sino que es también ternura, amor, es decir, todo el aspecto femenino. Y no debemos de pensar en Hashem sólo como una cosa rígida de exigencia, sino también darle lugar a este elemento de mayor contención. Un desafío en el sentido de que la presencia de que Hashem en nuestras vidas tiene que desafiarnos a ser mejores, a buscar permanentemente a incluir la santidad en nuestro mundo. Que veamos cómo podemos mejorar tanto la Torá, como la propia presencia de Hashem, tiene que poder servirnos de guía a crear un mundo mejor.
EJ: ¿Qué se le ha quitado al judaísmo al quitar la voz femenina?
EB: ¡Qué se le ha quitado a la humanidad! Es bueno ponerlo en contexto, porque el tema de la mujer, no es uno judío. Es un tema universal. La mujer en la civilización en general ha estado un poco postergada hasta el siglo pasado y hasta el día de hoy, y se ha perdido parte de una experiencia. Al no incluir la voz de la mujer, si volvemos al ámbito de lo judío, estamos perdiendo la vivencia judía de la mitad de nuestro cuerpo.
Hay dos áreas: una que tiene que ver con cómo incluimos a la mujer en la experiencia judía, pero hay también un área de cómo incluimos la experiencia de la mujer en el judaísmo. Y esto es un diálogo, no se trata de, “te dejo entrar”, sino, “quiero entrar con toda mi experiencia espiritual en este ámbito”. Quiero poder hablar, expresarme, crear, decir una tefilá que tenga que ver con mi vivencia.
En ese sentido, no es que no haya habido, sino que no hemos permitido la entrada. A lo largo de la Historia ha habido creación de tefilot de mujeres, no del siglo XXI, sino del siglo XVIII o XIX, que sin embargo no han entrado, ya no digo en el canon, sino ni siquiera en el conocimiento de la gente.
EJ: ¿Como cuáles?
EB: Tuve el Bar-Mitzvá de mi hijo hace apenas dos meses y estaba buscando una manera de incluirme, y encontré una tefilá preciosa escrita en República Checa en 1850, escrita por una mujer. Es una tefilá de una madre en el día del Bar-Mitzvá de su hijo. Cuando yo digo incluir no me refiero sólo al hecho de que pueda leer esta tefilá en la sinagoga, como lo hice, sino que me refiero al hecho de qué autoridad rabínica toma esta tefilá y le dice a una mujer, “Mira, aquí tienes esta tefilá, te sugiero que la digas el día del Bar-Mitzvá de tu hijo”.
No es sólo de que estas cosas han quedado a un lado, sino que tenemos el registro pero no las utilizamos. En lo personal creo que esas cosas son muy importantes. Que no invalidan, quiebran o rompen absolutamente nada de nuestras normas, y que al mismo tiempo permiten que la experiencia femenina, en este caso de la madre que pide por su hijo, pueda incorporarse también en el ámbito de lo público judío, y no sólo en el ámbito del hogar. Que también en algunos hogares hay mucha tarea todavía por hacer…
LA HALAJÁ VIENE DEL VERBO LALEJET, QUE SIGNIFICA CAMINAR
EJ: ¿La Halajá es inamovible?
EB: No es verdad. La Halajá viene del verbo lalejet, que quiere decir caminar. La Halajá se ha ido desarrollando y se desarrolla hasta el día de hoy, y la vas a ver fácil en el ejemplo de la ciencia. Cuando los rabinos tienen hoy que tomar decisiones acerca de temas científicos, como la inseminación artificial, los transplantes de órganos, donación de semen, etc., todas estas áreas son nuevas. Es decir que hoy se hace jurisprudencia, se hace Halajá sobre esas áreas. Cuando lo miramos en el área de la ciencia a todos nos queda claro. Obviamente nadie escribió sobre el transplante hace 500 años.
Pero cuando llegamos a otras áreas, nos quedamos medio paralizados. Hoy la mujer vive una situación diferente a la que vive antes. Yo suelo decir que la Torá es eterna, y si es Eterna, debe de tener respuestas a todas las épocas.
La Halajá no es la Torá. La Halajá es la creación normativa que han hecho nuestros sabios a lo largo de los siglos, y que han ido dando respuestas a las preguntas que se van suscitando, que no son las mismas en el siglo XXI, que en el siglo XX o el XIX. La Halajá no es estática ni nunca lo fue.
JUDAÍSMO Y ESTRUCTURA PATRIARCAL
EJ: ¿Cuándo y por qué adopta el judaísmo esta estructura patriarcal?
EB: Yo creo que siempre. Todo el tema de la sociedad patriarcal no es un tema judío. Las sociedades que conocemos por lo menos, en su mayoría fueron y son sociedades patriarcales. En parte se deriva de cuáles fueron las funciones del hombre y la mujer a lo largo de la Historia vinculadas con la identidad de género. No hay un cuándo.
Sí hay una cierta flexibilidad en el discurso actual que permite una mayor inclusión de la mujer.
EJ: Desde Génesis, la figura de Dios es masculina.
EB: No necesariamente. Dios no es ni una cosa ni la otra. Es todo lo contrario. Y al ser todo, es femenino y masculino.Ya dijeron los jajamim que, “Divrá Torá beLashón Bnei Adam”, que habla el lenguaje de los hombres. De alguna manera tenemos que poder hablar. El lenguaje tiene que ver en la sociedad en la que vivimos. Por eso cuando nosotros estudiamos, debemos tener cuidado de entender lo esencial y lo que se ha generado a partir de la época en que las cosas son dichas. No todo tiene el mismo peso, una cosa es la Torá, otra cosa es la Guemará, otra cosa son los sabios medievales, otra los sabios actuales. Todos importantes y todos parte de, yo lo llamo, una espiral de creación a partir del eje de la Torá.
EJ: Desde que la mujer nace de la costilla del hombre, éste tiene más importancia ¿no? Aparte nace para que el hombre no esté sólo.
EB: Trato de ser cuidadosa, porque cuando uno habla de estas cosas en tan poco tiempo, puede prestarse a malas interpretaciones. Bereshit trae dos relatos de la creación del hombre: el relato de que Dios creó al hombre y a la mujer juntos; y el otro relato que es el relato de la costilla.
Esos dos textos están ahí, y si partimos de la base de que nada sobra de la Torá, sino que todo tiene sentido, no podemos referirnos sólo a un relato de la creación del hombre, sino que tenemos que mirar los dos relatos. Y los dos parecerían tener una misión de por qué están ahí.
Y por otro lado, cuando estudiamos la Torá, la estudiamos a partir de nuestros parshanim, los exégetas, de donde sale una amplitud de interpretaciones acerca de los dos relatos de la creación del hombre. Ahí sí valdría la pena ir al fondo. Es cierto que la cultura ha sobrevalorado uno de los dos relatos sobre el otro, y deberíamos preguntarnos ¿por qué? Pero aparte de preguntarnos eso, lo que debemos de hacer es traer el otro relato.
El otro relato nos habla de una funcionalidad diferente. Cuando se habla de que el hombre y la mujer fueron creados juntos, tiene que ver con la plenitud, de que el ser humano es las dos cosas: hombre y mujer. No puede existir uno sin el otro. El otro relato parecería tener más una cuestión de funcionalidad.
Alguna vez, un rabino expresó esto en términos de un equipo que tiene que funcionar.
LA OPINIÓN DE SU ESPOSO
EJ: En tu presentación contaste una anécdota, que estabas en un Bar-Mitzvá y que les decías algo que les parecía conflictivo, y cuando regresabas a tu lugar, le preguntan a tu esposo si estaba de acuerdo contigo. Te queremos preguntar ¿qué opina él de tu libro?
EB: Eso habría que preguntárselo a él, pero en términos generales creo que está muy contento. Eso es también parte de lo importante en el respeto de los espacios del hombre y la mujer. He tenido todo su apoyo, ha leído todos los textos, ha criticado los que ha tenido que criticar y me acompaña mucho en esta aventura que creo que es importante. La sensación es que hay un intento de aportar una voz diferente.
EL FUTURO
EJ: ¿Qué esperas para la mujer en el judaísmo?
EB: Creo que el camino está marcado y que no se puede detener el tiempo. Hay ciertos fenómenos y ciertas dinámicas que no se pueden frenar, que pueden generar reacción, pero que al mismo tiempo, así como la mujer ha avanzado en términos de la sociedad general, ha avanzado en términos de la sociedad judía, y ese avance continúa.
Para mí lo importante es eso, que haya opciones y que cada una y cada uno pueda decidir cómo quiere vivir y cómo quiere manifestar su judaísmo, también cuando hablamos del judaísmo halájico y normativo, porque también en esto hay una amplitud de criterios y es importante permitir abrir estas voces.
Soy optimista en cuanto a la inclusión de la mujer porque lo estamos viendo delante de nuestros ojos, y creo que las mujeres tenemos a veces que exigir más, que pelear más y provocar el cambio. Pero el cambio sólo va a poder hacerse si los hombres participan de él, no es algo que puedan o deban de hacer las mujeres solas.
Uno de los fenómenos del siglo XX y de comienzos del siglo XXI, a mi gusto, tiene que ver con un gran número de mujeres que han abandonado el judaísmo al no sentirse incluidas, al no sentir que encuentran en el judaísmo un discurso que les toque realmente. Y no hablo de la moda, de si me siento en la sinagoga aquí o allá, sino de cosas mucho más profundas.
Es hora de llamar a las mujeres de vuelta a casa porque aparte si no vamos a tener a la mujer, no vamos a tener los hijos, y si no vamos a tener hijos, no vamos a tener un pueblo. Darnos el lujo de dejar al 50% afuera, me parece que es un poco exagerado.
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